domingo, 28 de septiembre de 2008

El perro antes llamado Pepe y ahora concido como Zuro


Como abrí el blog una vez que me había casado y lo hice en gananciales, pues la mitad es de ella, así que ha querido escribir un post hablando de Pepe:

¡Zuro ya está entre nosotros! Zuro, que no Pepe, como Pablo se empeña en seguir llamándolo, que dice que no le sale, y un poco raro sí que lo pronuncia, sí.

Con sólo tres mesecitos a mí ya me llega por la rodilla y tiene unas patas tremendas con lo que se va a hacer enorme en nada de tiempo.

Según el libro de “instrucciones” con el que viene Zuro, de momento tiene que estar de dos a tres semanas en la cocina para que aprenda a reconocer su sitio y a obedecer luego cuando se le mande a él. Con lo que hemos puesto una tabla en la puerta porque claro, cuando no estás en la cocina él no se quiere quedar allí solo. Con eso conseguimos que no salga, bueno, la primera tabla era muy bajita y se la saltaba que daba gusto y la segunda ya unas cuantas veces se las ha ingeniado para tirarla y venir a visitarnos allí dónde estuviésemos.

La de cosas que hay que enseñarle al pequeñajo durante estos meses que está con nosotros, pobre, y aún no sabe lo que le espera cuando vuelva la ONCE. Y pobre mi madre también, que está desquiciada porque dice que no puede con él, que no obedece nada, que no se quiere quedar en la cocina, que cuando crezca no va a tener fuerza para llevarlo….

El fin de semana pasado ya nos tocó a nosotros quedarnos de niñeros con Zuro y con él que estuvimos la mar de entretenidos.

Nada más sacarlo a la calle hay que “ponerle a hacer” y allá que salimos y allí nos ves diciéndole “Zuro haz, haz”, que vergüenza, y además que el perro ni caso claro, te mira como pensando “tu sigue ahí diciendo lo que quieras que yo cagaré cuando tenga ganas”. Y no veas como caga el amigo, cuando crezca en vez de una bolsa vamos a necesitar un saco!

Ahora tiene una tabla más alta para que se quede en su sitio, pero cuando hicimos de niñeros, todavía no la teníamos con lo que tuvimos que ingeniárnoslas para que no se la saltase: cerramos la puerta y pusimos una caja para que no rayase la puerta, arrancó la cinta con la que pegamos el cartón, se comió media caja y la esparció por toda la cocina; volvimos a abrir la puerta y pusimos la tabla y una caja grande vacía detrás, pues allá que saltó cayendo encima de la caja y quedándose espanzurrado encima de ella; lo intentamos poniendo unos cubos detrás de la caja y de nada sirvió, saltó y salieron disparados los cubos la caja y él; pusimos detrás de la tabla dos cajas esta vez llenas, pues le costó más tiempo pero al final consiguió moverlas con la pata y el hocico, hacerse un huequito y salirse por él.

Sólo lleva una semanita con nosotros y ya nos hemos encariñado todos con él, no quiero ni pensar en el día que se tenga que ir. A los ocho o diez meses le hacen una prueba de caderas para ver si es “apto o no apto” para ser perro guía y si no es apto entonces te dan la posibilidad de poder quedarte con él, nuestra amiga Supersoto que lee esto en el libro de “instrucciones” y no se le ocurre otra que quiere enseñar a Zuro a cojear para cuando vaya a que le hagan la prueba a ver si cuela y nos lo quedamos.

Bueno, de aquí a entonces sólo nos queda disfrutar con él todo lo que podamos e intentar que aprenda lo máximo posible para que nuestro canijo ejerza su futura labor estupendamente.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Si es que no se nos puede sacar...


Hoy hemos ido a un curso de Bloomberg porque queríamos usarlo para algo más de lo que sale en la foto (que es propia). Bloomberg es una herramienta financiera que te da datos de empresas, cotizaciones, bonos, etc., etc., etc. y el que lo sabía usar se ha ido de la empresa y el resto no tenemos ni idea.

Al llegar nos hicieron unas tarjetas de visitas a cada uno con nuestra foto incluida, yo dije que con estos pelos no me hacía nada y gachón lo arregló sacándome la cabeza entera menos los pelos. Para colmo, cuando miro la fotografía me doy cuenta que sale mi jefa por detrás en plan: “le he hecho a mis hijos una foto en el jardín y sale un niño, que no conocemos de nada, entre ellos”.

Nos quedamos con la boca abierta de lo impresionante que es la oficina, las paredes son de cristal con iluminaciones extrañas y, detrás del mostrador de recepción está el estudio de televisión desde donde hacen los programas para Bloomberg TV. En cuanto vi que sólo un cristal nos separaba de donde se hacen los programas pensé en ponerme detrás a hacer tonterías para que el presentador se riese, o decirle a una de mis compañeras que se sacara una teta, pero no iban a querer.

El curso, que duraba una hora y cuarto, fue un coñazo. El ponente, que era inglés, apenas hablaba el español y encima lo hacía muy bajito, por lo que me he enterado de poco. Como me aburría y las paredes eran cristales me he dedicado a mirar para todos lados. Junto a la sala donde se daba el curso estaba la sala de maquillaje y hemos visto como pintaban a dos presentadores. Pero como son de Bloomberg TV y eso no lo ve ni dios, pues no los conocíamos y tampoco fuimos a pedirles autógrafos, con eso no puedo yo vacilar en Huelva.

A la salida, mi jefa quería que el ponente viniese a darnos un curso más personalizado a la oficina y me mandó a mí a hablar con él. Como estaba con una mujer que había ido al curso, para no agobiar, me retiré e intentaba esperar a que acabasen para acercarme. Digo intentaba porque mi jefa me estuvo dando calor para que fuese, al parecer no entiende eso de que ella no es el centro del mundo. Al ver que yo no iba a arrancar hasta que no estuviese libre, se fue ella, acompañada de su perenne peste a tocino rancio, a ponerse detrás de la mujer y hasta que no interrumpió la conversación no paró. Lo que no sé es si ella interrumpió la conversación o la otra cayó desmayada por la peste, momento en que aprovechó para pedir lo suyo.

Yo cuando vi que se puso así me fui tapando con la mano la parte de debajo de la tarjeta, donde venía el nombre de mi empresa para que la gente no supiese que trabajamos juntos. Sentí tanta vergüenza que ni quise ponerme a hacer tonterías a la presentadora de televisión, otra vez será...

viernes, 19 de septiembre de 2008

Pepe va a llegaarrrrr!!!!!!!


Hoy entrará en nuestras vidas Pepe, un futuro perro guía que tendremos durante diez meses. Luego se lo llevarán a la escuela para adiestrarlo y que pueda llevar a un invidente.

Realmente no se llama Pepe, no lo sabemos aún, pero yo quiero que sea Pepe y el perro tampoco me lo dan a mí, sino a los padres de mi mujer, aunque tenemos la custodia compartida y nos quedaremos con él cuando ellos salgan porque no puede estar más de dos horas solo.

Pepe viene con todo, la cama, juguetes, comida, premios para cuando hace las cosas bien y un libro para educarlo. No sé si el libro empezará diciendo: “Muchas gracias por adquirir uno de nuestros productos”, lo que sí vienen son los comandos que hay que darle para que vaya aprendiendo. Por ejemplo, hay sacarlo para que haga sus cosas (para que mee y cague, por si hay alguien de la E.S.O.) y decirle todo el tiempo: “haz, haz, haz”, hasta que lo hace. Cuando lo lleve yo la cosa será distinta, para empezar no soy capaz de decir “haz” porque soy andaluz, le diré “ah!, ah!” o acabaré diciéndole: “amo churrita echa una meaita aquí pa to nosotros, ole mi cojoneh santo!!!!”

Esta tarde en cuanto comamos nos iremos a conocer a Pepe, yo al menos estoy deseando, tiene dos meses y es el más travieso, según nos han dicho. Me ha dado una alegría enorme que sea así, juntaremos nuestras fuerzas Pepe y yo y junto con el chaleco que tiene que llevar de “Futuro perro guía” y que le permite entrar en todos sitios va a ser la leche.

No es que el perro pueda entrar en todos sitios, sino que lo tenemos que llevar para que se vaya acostumbrando a la vida que va a tener. Puede entrar en supermercados, restaurantes, autobuses, metro, tren, etc. Si alguien le prohíbe la entrada al perro hay que llamar a la ONCE y se personan en el sitio con más perros (en plan cosa nostra, aunque no sé si estos serán perros guías o gorileros, de los que se tiran a los huevos) y explican que lo deben dejar entrar y si se siguen negando llaman a la policía y aparece Harry el Sucio a aclararle las cosas.

En el transporte público no debe pagar billete y si lo quieren cobrar vuelve a aparecer Harry el Sucio o un guardia civil con bigote a zanjar el asunto. He pensado que cuando me lo lleve a Huelva (lo que voy yo a vacilar allí con un perro con chaleco que ponga “Futuro perro guía”) lo voy a mandar en el AVE en primera clase, yo iré en coche pero él como un señor. Le diré que se meta debajo de un asiento y que sólo salga cuando escuche el carrito con las bandejas de comida.

También me quería ir con Pepe al cine a ver una película de un director alternativo chino, para que la gente dijese que qué bien se adiestra a estos perros, que hasta entienden de cine. Pero mi mujer me ha dicho que ni hablar, que si se pone a ladrar le jode la película a todo el mundo. Le dije que Pepe no ladraba, comentaba la fotografía, pero me miró mal y ya no lo llevo.

Bueno, me quedo con mi emoción y contando las horas que me quedan para conocer a Pepe, prometo poner una foto suya cuanto antes.

jueves, 18 de septiembre de 2008

El que encuentra un buen fontanero encuentra un tesoro


Con el último post de Supersoto he recordado la obra que hicieron mis padres hace muchos años para cambiar los baños y la cocina.

Un vecino estaba haciendo una obra en un local que está justo debajo de nuestra casa y nos recomendó al albañil porque era bastante bueno. Lo que no teníamos era un fontanero, pero este hombre nos dijo que podía venir su hijo por las tardes, por las mañanas era repartidor de pan. Una cosa parecida a lo de Superman, por las mañanas periodista y por las tardes superheroe. La única diferencia es que este era supergilipollas.

El pan no sé si llegaría bien o para dárselo a los pájaros, pero como fontanero era para colgarlo de la plaza del pueblo y que le escupiese todo el que pasase. Mi padre cada vez que lo veía entrar por las puertas dejaba lo que estuviese haciendo para irse detrás y tenerlo controlado. Aun así agujereó una pared con un cincel del tamaño de un lápiz, quemó dos muebles de la cocina, nos dejó cuatro días sin agua y sin poder usar los cuartos de baño, se cargó la virtud inodora del bote sinfónico y cada vez que un vecino iba al baño nos comíamos sus pestes (y no había ni uno estreñido!!!), al vaciar el lavabo se iba todo a la bañera, etc. Sólo faltaba que al darle a luz te meases encima y tuviésemos que ir con el Tena Lady como Concha Velasco.

El vecino del local de abajo nos dejó las partes del techo que daban al bajante del edificio sin poner para que al fontanero le fuese más fácil trabajar. Se lo agradecimos mucho aunque él todavía se estará arrepintiendo de lo que hizo.

Al artista del soplete no se le ocurrió otra que cortar las tuberías que unen el WC con el bajante del edificio y luego colocarlo como si tal cosa hubiese pasado. Lo remató callándose como si guardase el secreto del Santo Grial.

Después de estar cuatro días sin baños ni agua, una bosa del Carrefour nos parecía un lujo y mi hermana cuando vio el WC no se lo pensó dos veces y se fue a pegar el escopetazo, dando las mismas explicaciones que el de las tuberías, ninguna.

De pronto se empiezan a escuchar gritos de los que solo se entendía: “cago en dios”, “su puta madre”, “y yo qué sé cojones”. Mi madre se quedó blanca, estaba ya al límite del sufrimiento con todo lo que había pasado y no quería ni pensar en lo que le iba a venir.

Corrimos al baño de donde venían las voces y no pudimos aguantar la risa al enterarnos de que mi hermana, al tirar de la cisterna y no estar el WC conectado al bajante, le tiró toda la morterada al vecino en la cabeza que estaba abajo montando la tienda.

Por si alguien se lo pregunta, la relación con el vecino sigue siendo excelente.

Moraleja: hay que saber perdonar aunque te cubran de mierda y, la más importante, lleva siempre casco e impermeable.

martes, 16 de septiembre de 2008

La dieta y el ejercicio


Me he puesto a dieta por segunda vez en lo que va de mes, cuando volví de las vacaciones lo intenté, pero entre una cosa y otra me metía entre pecho y espalda todo lo que viese.

Pero este sábado tuve una revelación, vi la luz y entendí que ese minuto sería un punto de inflexión en mi vida. De madrugada me levanté a ir al cuarto de baño y un espejo me devolvió mi reflejo, sólo iba con unos calzoncillos (todavía me duran los que me compró mi madre) y me vi una barriga enorme. Con la carajera del sueño pensé que cuando mease todo volvería a la normalidad, pero cuando evacué nada había cambiado. Al levantar la vista y ver la cara de dormido y los pelos alborotados, me asusté pensando que había un gorila tras de mí, pero como los monos no llevan calzoncillos de flores me fui a la cama con la cabeza gacha pensando que si no hacía algo en breve tendría un problema de vista en breve, dejaría de verme los huevos.

No sólo estoy comiendo menos y más sano, sino que he empezado a hacer ejercicio con la Wii Fit. La compré este verano cuando estaba de vacaciones y la relación no tuvo un buen comienzo. Primero me pesa y me dice que soy un poco obeso, que mis carnes las tengo, pero también soy ancho de espaldas. No es que esté con la típica excusa de que me pesan los huesos más de lo normal como dice una tía mía, que como mi abuelo era carpintero, ella dice que no se lavaría bien y entonces salió con serrín en los huesos. ¡Serrín, los cojones!, lo que tiene es que no deja de comer desde que se levanta hasta que se acuesta y es más grande que un solar.

Después de decirme que soy obeso hago un test de equilibrio y me asegura que voy por la calle tropezándome, le dije que sí, que cada vez que veía el culo de su madre me daba contra una farola (si eres mayor de 18 años, pon delante de madre “puta”).

Como no he encontrado el ticket de compra y no la puedo devolver he empezado a usarla y espero hacer todos los días un poco de ejercicio, visualizando, como dice mi entrenadora virtual, el cuerpo que voy a tener. El problema es que cada vez que me dice eso me acuerdo del Pozí y me veo a todo el mundo pasándome el cupón por la joroba.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Las enfermeras no podrán olvidar mis "bajos comerciales"


Voy a contar una historia que, por lo humillante, debería ser igual de secreta que la fórmula de la Coca Cola, pero como ya la he contado tantas veces, qué más da que salga en internet también.

Me llamaron un viernes para hacer una entrevista en el que sería mi primer trabajo aquí en Madrid. Yo aun vivía en Huelva así que vine en AVE y volví en coche con una prima mía. No sé qué dije o hice en la entrevista que les convencí y me dijeron que empezase el lunes. No tenía piso donde vivir, así que pedí empezar el miércoles para tener al menos dos días para buscar alojamiento, mientras me quedaría en casa de mi primo.

Entre unas cosas y otras, que se resumen a perdernos en incontables ocasiones por la M30 y 630 kilómetros de viaje, llegué a Huelva a la una de la mañana y tenía día y medio para preparar la mudanza.

A mi madre no sé qué le entró por el cuerpo que me despertó el sábado muy temprano para que nos fuésemos a una tienda que tenía los calzoncillos de rebajas. Se pensaría que me habían contratado de doble de Supermán y tendría que llevar siempre los calzoncillos por fuera. Tal vez pensó que los de aquí hablan fino porque llevan los calzoncillos nuevos, no lo sé.

Llegamos a la tienda y efectivamente estaban a muy buen precio, pero a cada cual más feo y mi madre no hacía más que cogerlos por puñados animada por la dependienta que se iba a ganar una semana de permiso por ser capaz de vender aquel lote.

Viendo que entre mi madre y la dependienta me iban a forrar mis partes nobles con esos horrores de prendas me puse serio y dije que ni hablar, que algunos vale porque uno tiene la vergüenza bajo cero, pero que otros nada. Y me dice la dependienta:

- Hombre, tampoco son tan feos, no son unos Calvin Klein, pero por este precio.
- Mira chocho- le respondo- hoy es sábado, imagínate que vas a la discoteca, ligas y cuando el muchacho se echa los pantalones abajo lleva estos calzoncillos. ¿Tú qué piensas?
- Buenoooo, este y este no te los lleves…

Al día siguiente salí cargado con dos maletas y tres calzoncillos menos que los que llevaron para las tropas americanas en Irak, un solo traje y tres corbatas. Lo esencial era que llevaba muchos calzoncillos para poder afrontar mi vida en la capital y adaptarme sin problemas.

Al cabo de unos meses, la tensión se me pone por las nubes y me hacen muchas pruebas médicas para tratar de encontrar la causa, ya que era muy joven y no consumía drogas (mi sueldo sólo me daba para esnifar poleo-menta como le dije a la médico que me preguntó si tomaba coca).

En mitad de todo este laberinto de médicos, pruebas y hospitales, me llaman de la Clínica la Moncloa diciéndome que en la resonancia que me hicieron hay partes que no se ven bien por un fallo con la máquina y me dan citan para repetirla.

El día de la cita me planto yo cinco minutos antes con mi traje, mi corbata, mi abrigo de paño y mi ordenador; hecho un gentleman. Una enfermera me pasa a un vestuario y me pide que desvista por completo salvo los calzoncillos y los calcetines y que me cubra las vergüenzas con una bata blanca abierta por la espalda que no dejaba nada a la imaginación.

Al bajarme los pantalones me doy cuenta que los calzoncillos que llevaba era de los más feos que me compró mi madre. De color naranja butano y con unas palmeras de fuegos artificiales amarillas y azules.

Traté de tranquilizarme repitiéndome que con la bata no se iban a notar pero no lo conseguí, en el fondo sabía que tenía los huevos como las Vegas. Me armé de valor y salí del vestuario disfrazado de gusiluz justo cuando la enfermera venía por el pasillo leyendo lo que supongo sería mi historial a la vez que me iba hablando sin levantar la vista.

- Vamos a ver…Pablo… ahora vas a pasar a – empieza a levantar la cabeza lentamente para mirarme a la cara pero sus ojos quedan posados en la zona “cero” y noto como trata de disimular la sonrisa o carcajada.

Sabía lo que me estaba mirando y no era precisamente “el bulto”, por dentro se estaba descojonando de mí. Mi único consuelo es que no me iba a ver nadie más.

Me lleva a la sala donde está la máquina de la resonancia y mientras me coloca una vía en el brazo me explica que a mitad de la prueba, más o menos, entrará para meterme un líquido en vena que es un contraste para que la resonancia se vea mejor. Toda esta historia se la podía haber ahorrado porque ya lo sabía de la vez anterior pero no la interrumpí porque mientras me hablaba estaba obligada a mirarme a los ojos en vez de a la “franja de Gaza”.

A mitad de la prueba, efectivamente, entra alguien (yo estaba tumbado y dentro de la máquina por lo que no veía nada) y me inyecta la solución por la vía. Hasta ahí todo normal, lo extraño es que después entrase otra persona y luego otra y así hasta cuatro.

Mientras que me cagaba en la leche que mamó la enfermera porque seguro que había avisado a todas sus compañeras para que viniesen a ver al de los calzoncillos naranja, me moría de la vergüenza y eso que me da igual casi todo.

Lo peor, si es que puede existir situación más humillante, es que cuando me levanto de la camilla veo que en la sala anexa que está separada por un cristal y donde suele estar el técnico manipulando la máquina, no sólo estaba el técnico, sino tres personas más, que no sé si eran los que habían entrado antes u otros que hubiese llamado el técnico para que viesen el espectáculo de luz.

En cuanto salí llamé a mi madre enfadado diciéndole que debía de ser consecuente con sus palabras, que había pasado toda mi infancia escuchando eso de: “lleva los calzoncillos limpios que te pasa cualquier cosa y fíjate tú qué vergüenza con los médicos” y ahora voy al médico con los calzoncillos limpios pero que le sirven de cachondeo a todo el hospital y todo por ahorrarse dos euros.

jueves, 4 de septiembre de 2008

El sexo de los castillos: los fantasmas y sus relaciones


En la sección de sexo de un programa de radio han hecho una encuesta callejera sobre la frecuencia de las relaciones íntimas. Y bueno, qué de fantasmas hay por ahí, además como es por la radio y nadie te ve la cara puedes decir lo que te dé la gana, nadie te conoce y tampoco pueden decir: ¿con esa cara tantas veces?, JA!

El que menos decía que una vez al día, pero los había de tres y cuatro veces. La “fiabilidad” de la encuesta la cubrían los locutores del programa diciendo que los entrevistados parecían gente joven y que claro, la juventud es más fogosa.

Lo que ninguno se atrevió a decir es si, primero, las relaciones eran reales, es decir, realmente había acto sexual carnal y no sólo mental, porque no vale ver a una por la calle y decir “yo a esa la daba” y contarla como si “la” hubieses dado…

La segunda es si la relación es con compañía o en la más absoluta de las soledades, porque me sé de más de uno que la tiene como el mando de un joystick y eso es de tener una ingente cantidad de “relaciones sexuales” al cabo del día, pero sin pareja de por medio. No es que tenga nada en contra del onanismo, de hecho sigo las palabras de Woody Allen: “la masturbación es hacer el amor con la persona que uno más quiere”. Lo que me jode es que lo cuenten como relaciones sexuales dejando entrever que son unos machotes de Lanzarote y que lo de José Luís López Vázquez y Alfredo Landa con las suecas era un simple detalle comparado con lo suyo. En mi opinión si el contrario en vez de estar compuesto por carne y hueso lo está por pixeles no vale.

Ahora que lo pienso, si me preguntaran a mi diría que tengo incontables relaciones sexuales al día, porque a las diez de la mañana ya he perdido la cuenta de las veces que me han dado por culo en el trabajo y las veces que las he mandado yo.

Otra que sacaron fue lo de los adictos al sexo, es una enfermedad y como tal incómoda para aquel que lo padece, pero los personajes que he conocido afectados por esta enfermedad (en prensa no en persona) son hombres famosos y guapos, como Michael Douglas o David Duchovny (el actor de Expediente X), tíos a lo que las mujeres se le tiran a los pies. Así es muy fácil ser adicto al sexo, si yo fuese adicto al sexo no sólo ninguna se acostaría conmigo sino que encima me darían 50 euros para terapia, así no se puede.

Lo que más gracia me hizo fue un oyente que llamó todo ilusionado por la noticia de que la infidelidad es debida a un gen, porque ya encontró explicación a lo “suyo”, pero con la voz que tenía, no tan solo tenía que tener el gen de la infidelidad, sino una buena cuenta corriente porque tenía una pinta de putero…

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Otra de boda


Supersoto ha contado su boda en su último post, pero como yo también fui testigo, quiero dar mi versión.

Llegó el día D a la hora H o, más bien hache y media, porque salimos un poco más tarde de lo acordado y consumimos media hora de las dos que llevábamos de sobra, al menos podíamos haber parado en el Burguer King de la carretera...
Íbamos en dos coches y en el de los “novios” el único sano era yo, me sentía como un guía de Lourdes.

Al llegar fuimos a tomarnos algo a un bar donde el cielo se juntó con la tierra cuando probé los pimientos que nos pusieron de tapa. Mientras me los comía alucinaba viendo a una mujer mayor sin dientes que se me metió entre pecho y espalda una barra de pan entera, bueno, cuando nos fuimos sólo llevaba media, y cuando volvimos ya se la había cargado entera. Y eso que le estaría costando la propia vida masticarla, pero no dejó ni un poquito para hacer un gazpacho.

Lo del Ayuntamiento fue la leche, nos mete el alcalde en su despacho y nos sienta a todos en un sofá y dos butacas (llega a ser un cura y me planteo si nos quiere preguntar si hacemos tocamientos). Nos explica, algo incómodo por la disculpa, que normalmente da un discurso en las bodas o lee algo, pero que con tan poca gente le daba “cosa” (miedo escénico).
Llegado a este punto me quedé con las ganas de levantarme, darle unas palmadas en la espalda al alcalde y decirle: "no te preocupes compadre, saca el cenicero y casamos a esta gente mientras que nos comemos un cubo de pimientos de los de antes y nos echamos un cigarrito", pero como yo no era ni novio ni testigo ni nada tampoco quise organizar aquello y pasamos a la sala de plenos y allí celebró la boda.

El salón estaba coronado por un crucifijo y dos fotos antiguas (o viejas), una del rey y otra de la reina. Hay que ver la de pelo que ha perdido el rey, no como la reina que sigue igual, ¡cómo se conserva la muchacha!

La pareja de la otra testigo y yo estábamos de fotógrafos, pero como nos daba corte subir a la tarima hicimos todas las fotos de espalda y de perfil. Yo confié en que el otro hiciese las mejores fotos y yo las que se suelen borrar, pero él pensó lo mismo que yo, así que supongo que serán un desastre. Prometo que nunca se me olvidará esa boda y siempre tendré las imágenes en mi cabeza, si alguno de los protagonistas las necesita que me lo diga y yo, muy gustoso, describiré cada situación con todo lujo de detalles.

Uno de los mejores momentos fue al salir del Ayuntamiento, que me dijo el antes conocido como novio y ahora reciente marido, que había hablado en el despacho para que el alcalde no se creyese que era extranjero o tonto y que se casaba sólo por los papeles. Podía haber sacado la tarjeta de ITV del coche también y que viesen que tenía todo en regla.

En el castillo me lo pasé en grande, primero por la cara de perro que nos puso la que pagó las entradas de ella, el marido y el hijo y luego porque me metí por todos sitios (eso sí, respetando para no estropear nada que tampoco soy un burraco).


Volvimos al bar de por la mañana porque el muchacho antes conocido como novio y ahora como reciente marido, me dijo que ponían unas tapas de panceta para morirte y soy el tipo de hombre que se me conquista por el estómago y, efectivamente, salí enamorado, aunque nos pusieron otra cosa en vez de panceta.

Después fuimos a comer y nos encontramos con el doble del Dioni, pero en vizco y con mala leche que nos quiso timar y quedarse con la tarta que nos había preparado el tío de Supersoto. Si no llegamos a decir que estábamos celebrando una boda el vizco se come la tarta escondido en los servicios del restaurante.
Lo dijimos porque yo quería que nos invitasen a algo, aunque era difícil de creer porque íbamos todos en vaqueros, el novio con barba de dos días y yo era el más arreglado porque llevaba una camisa de manga corta (hay quien dice que eso es de horteras, pero el bolsillo viene muy bien para guardar el tabaco) y recién afeitado, aunque se me olvidó limpiar los zapatos y les tuve que pasar una toallita húmeda porque tenían unas manchas desde hacía cerca de un mes.

En resumen, una gran boda, estuvimos muy bien, nos divertimos mucho, comimos demasiado y ellos están igual de casados que el príncipe y la Leti.

martes, 2 de septiembre de 2008

Vuelta al trabajo


Ayer volví al trabajo después de las vacaciones y este fue el resumen de mi día:
06:40 Suena el despertador: cago en tó los muertos. Lo apago.

06:45 Vuelve a sonar: me cago en tó otra vez y lo vuelvo a apagar.

06:50 Sigue sonando: no va a dar por culo el despertador!!!

06:55 Suena por cuarta vez: me levanto porque se está poniendo muy pesado y mi mujer está mala en la cama y tiene el oído muy fino. Sigo cagándome en tó.

07:32 Me pongo los pantalones del traje: casi no me caben, me tengo que poner a dieta.

07:35 Intento hacer el nudo de la corbata: cuatro intentos, cada vez estoy peor de memoria y habilidades manuales. Así está bien ya, si a alguien no le gusta que mire para otro lado.

07:40 Voy de camino al trabajo: tengo un deja vu, esto ya lo he vivido antes. Pienso que voy a coger un atasco de la leche pero no, llego demasiado temprano a la oficina. Me fumo dos cigarros en la puerta porque no todo en la vida es trabajar.

09:30 Me dice un compañero que se va de la empresa: joder!!!, no somos nadie!!! Entre los que se van y los que echan van a acabar quitándonos la máquina de café porque con tan poco personal no es rentable.

09:44 Llamo a un cliente:
me dice que uno de los trabajos que les hice está muy bien y que le emita el informe final; al carajo, uno menos

11:01 Se acaba un trabajo que me tenía loco: se tiene que abandonar porque una empresa no compra a la otra. Un tío se va a quedar con unos millones de euros menos. Como no soy yo me da igual.

12:53 Mi jefe me dice que le va a decir al presidente que me voy para subirme el sueldo: siempre con la verdad por delante.

16:29 Mi jefe me dice que ha colado y me sube el sueldo: no está mal pero nunca es suficiente.

19:15 Me voy a casa tan solo quince minutos después la hora de salida: creo que voy a pillar un atasco de la leche. No es así, es que no doy ni una, definitivamente hoy no es mi día.

21:23 Me llama mi padre porque mi madre le ha regalado un GPS: quiere comprarle un cargador para poder enchufarlo en la pared. Le pregunto que para qué quiere eso y me dice que para poder tenerlo cargado en casa. Le digo que si es para ir a mear con el GPS y me manda a tomar por culo.

22:17 Me tomo una pastilla para dormir porque si no me dan las tantas: me planteo si tomármela o no, porque la alegría que tengo en el cuerpo es para disfrutarla.