viernes, 29 de agosto de 2008

La boda


El último post de Novicia Dalila trata de la gente que va en contracorriente, le he dejado un comentario diciendo que cuando vas en el sentido contrario al que marca la sociedad te suelen mirar mal y recibes críticas de todos lados, así que he decido contar como fue mi boda.

Cuando mi mujer y yo decidimos casarnos, teníamos claro que no queríamos una boda de alto postín, sino algo sencillo, que todo el mundo estuviese a gusto y lo pasase bien, pero sin “mariconadas”.

Así que pasamos de buscar salones de bodas con camareros vestidos de pajaritas donde te ponen de comer dos tonterías, sales muerto de hambre y sin saber qué has comido. Buscábamos un sitio que tuviese el máximo número de habitaciones porque todo el mundo tenía que dormir por allí. Encontramos el Centro de Turismo Rural San Roque en Piedralaves (Ávila) y nos gustó desde el primer momento, tanto por el paisaje como por el trato que recibimos del personal.

El menú era bien sencillo, de entrantes: jamón, queso, pisto manchego y patatas machaconas, de segundo un chuletón de Ávila con patatas y ensalada. En un principio el chuletón iba a ser de tres cuartos de kilo pero pensamos que iba a ser mucho y lo redujimos a medio kilo. El postre era arroz con leche y leche frita.

De entrantes se podía repetir hasta la saciedad, al igual que de chuletón, el objetivo era que nadie saliese con hambre de allí y creo que se cumplió.

Una de las primeras pegas que tuvimos por parte de las familias fue que quisimos que todo el mundo viniese en vaqueros y camiseta o con ropa informal, pero la gente protestó muchísimo porque no entendían cómo no iban a ir a una boda arreglados, de hecho algunos hombres vinieron con traje y corbata y otros con traje pero sin corbatas. Entiendo que en el mundo hay muchos borregos, pero si decimos que nadie lleve corbata, no hace falta ser un Premio Nobel para entenderlo.

Lo de que el sitio no fuera un salón de bodas tampoco le entraba mucho en la cabeza a la gente, sobre todo a los padres, a pesar de que era un sitio precioso y con mucho encanto.

“Mariconadas” lo que se dice “mariconadas” no hubo ni una, había platos distintos en las mesas, el del pisto tenía un borde azul que recordaba a la serie Cuéntame, las copas eran las típicas de las tabernas, el pan estaba cortado en unas bandejas de las tiendas de los chinos, las copas del cava eran distintas en cada mesa, incluso las habías de propaganda. Pero lo que estaba dentro de los platos estaba riquísimo, el vino era muy bueno y el cava también.

A media noche se pasaron unos canapés pero nada de bandejas, sino en la caja de cartón y no sobró ni uno a pesar de que la cena había sido bastante copiosa.

Había barra libre desde la noche del viernes hasta la madrugada del sábado, por lo que la gente estuvo bebiendo cervezas, cafés y copas desde la mañana del sábado hasta la madrugada del domingo.

Casi todo el mundo durmió allí, con la comodidad que eso suponía, cuando estabas cansado tan solo tenías que ir al pasillo donde estaba tu habitación y acostarte. Además en el centro solo estábamos nosotros, no había nadie extraño que nos pudiese cortar.

Organizar esta boda nos costó sudores y lágrimas porque todo lo teníamos que hacer nosotros, al no ser un sitio especializado en bodas muchos detalles estaban elaborados por nuestras manitas. Y encima, tener que aguantar la desconfianza de todo el mundo diciendo que eso ni era una boda ni nada y que iba a salir mal.

Al final nadie se quejó (al menos que sepamos nosotros), a todo el mundo le gustó mucho el sitio, la comida y se lo pasaron muy bien, pero trabajo nos costó.

En resumen, quisimos hacer una boda que se saliese de la tónica general y mucha gente protestó y lo veía raro, pero luego se dieron cuenta de que “otro mundo es posible”.

Como respuesta a tanta crítica decidí meterme, de forma muy sutil, con las “mariconadas” que se suelen ver por ahí y escribí el menú yo:

MENÚ

Entrantes:

Triángulos curados a base de esmero
y leche de oveja (Queso).

Lonchas de pecado Mahometano
(Jamón Serrano).

Puré picante espolvoreado con
pimientos rojos secos (Patatas
Machaconas).

Festín de verduras bañadas en jugo
de hortaliza roja (Pisto Manchego).

Plato Principal:

Delicia de vacuno acompañada con
guarnición de sol y campo (Chuletón
de Ávila con Patatas Fritas y
Ensalada).

Postre:

Arroz con caldo de leche (Arroz con
Leche).

Trocitos de cielo con canela (Leche frita)

También nombré las mesas, haciendo un homenaje a Cine de Barrio:

Torrente 2
El pequeño ruiseñor
Vente a Alemania, Pepe
La Lola se va a los puertos
Sor Citröen
No firmes más letras, cielo
Los bingueros
Cateto a babor
Las chicas de la Cruz Roja

miércoles, 27 de agosto de 2008

Juani


Juani, no sé si leerás este post, pero ya no sé qué hacer ni a dónde ir, tal vez esté quemando mi último cartucho con esta carta, pero he de intentarlo. Hace días que no me hablas y cuando sale una frase de tu boca es desde la frialdad, noto el esfuerzo que haces para dirigirte a mí. No sé qué es lo que te ocurre, tu infancia no ha sido fácil, fumas desde los ocho años, circusntancia que ha perjudicado tu voz, transformándola en ronca y algo horrenda. Mas nunca me ha importado y siempre he seguido la senda que me han marcado tus palabras.

Me siento perdido en tu silencio y no paro de preguntarme el por qué de tu vacío. Le doy vueltas y revivo el pasado por si allí encuentro las respuestas, pero soy incapaz de ser iluminado por la luz del faro de tu perdón.

Siempre te defendí ante mi mujer, sabes las veces que he discutido con ella por ti y, como caballero del Medievo, alzaba mi escudo ante sus críticas y lanzaba mi espada contra ella cuando te faltaba al respeto. Le di a elegir en numerosas ocasiones entre ella y tú y siempre salías vencedora.

Desde que el destino nos juntó hemos conocido una gran cantidad de lugares, siempre ponía cualquier excusa para que vinieses conmigo, por tonta e increíble que fuese. Nunca te eché en cara que me dejases tirado en Valencia y tuviese que proseguir el camino solo hasta Murcia, es más, te recibí con los brazos abiertos cuando volviste porque, Juani, hay que saber perdonar. Un gran corazón debe conocer las vías del perdón, todo ser viviente erra en alguna ocasión y merece una segunda oportunidad y yo siempre te la he dado. ¿Cómo no iba a hacerlo si siempre has velado por mí? Cuando he rozado los límites de la legalidad, con tus suaves palabras, me has hecho volver por la buena senda.

He sido celoso contigo, no dejaba que nadie te manipulase y siempre te he tocado con la suavidad que mereces, cuidando tus formas, con la presión adecuada, esperando a que estuvieses a punto para mí, sin protestar por tu falta de conexión espacial para darme tu fruto.

Antes de conocerte ya te tenía idealizada, ya sabía que serías para mí, me imaginaba a tu lado, compartiendo vivencias y caminos, he sido muy feliz a tu lado, me dabas seguridad en mi caminar. Ahora, he de leer tus expresiones porque el vacío de tus palabras no pronunciadas me pierde. Me consuela que en este tiempo he aprendido a conocerte, mas me faltan tus palabras, sin ellas me es difícil llegar a buen puerto.

Por favor, estés donde estés, si lees esto dame una segunda oportunidad, comunícate conmigo, no sé qué será de mi si esta situación se prolonga, ni tan siquiera sé dónde llevarte para arreglarlo, porque ya me dirás para qué cojones quiero yo un GPS que no me hable!!!!

lunes, 25 de agosto de 2008

Mecánico


Vengo de llevar una motosierra a arreglar porque la cadena no giraba. Necesitaba tenerla cuanto antes, así que he llamado a varios servicios técnicos para que me dijeran si me lo tendrían lista antes del jueves. Uno de ellos me dijo que la llevase y me la miraría.

Cuando le di el aparato al mecánico se fue a la parte de atrás del taller, la abrió y en tres minutos (la mitad del tiempo que tardo yo en arrancarla) vino con ella arreglada y, para refregármelo, la arrancó delante mía, como diciendo: mira tonto lo que yo soy capaz de hacer y tú no. Dijo que estaba la cadena enganchada y que a lo mejor yo le había dado al freno sin querer y que por eso no funcionaba. Con la sensación de que el tío pensaba que yo era gilipollas, le pregunté que qué le debía y me clavó 10 euros. La cara que puse confirmó que realmente soy gilipollas.

Por tres minutos de trabajo me cobró diez euros y ni siquiera se manchó las manos. Entiendo que hay que saber qué es lo que le pasa, cuál es el tornillo que hay que apretar y todo eso que hace que un profesional sea un profesional, lo que me jodió es que no fuese yo el mecánico.

Dejé una ingeniería a medias, estudié luego Administración y Dirección de empresas y trabajo como consultor en una de las áreas que más se cobra al cliente y ni de lejos cobro 10 euros por tres minutos de trabajo.

Si es que yo debería haberme hecho fontanero, mecánico o electricista, tener mi propio taller con todas las herramientas colgadas en la pared y con su contorno dibujado para saber cuál es el sitio de cada llave. Tener colgado en la pared un póster amarillento con las esquinas reparadas con cinta aislante en el que saliese una rubia con el pelo escaldado y enseñando las tetas mientras aguanta una llave inglesa.

Cambiaría el traje y la corbata por un mono azul lleno de grasa y con los bolsillos fondados de meterme las herramientas y el fajo de billetes que iba a ganar cada día. Las manos siempre llenas de grasa ensuciando los cigarros que me fumaría dentro de mi taller, a tomar por culo la ley antitabaco!!!, ¿alguien ha visto un buen mecánico que no tenga un cigarro siempre en la boca?

El problema es que no tengo ni idea de motores ni de coches ni de nada que haga brum, brum. Esto hace que viva situaciones muy ridículas como cuando un amigo se compra un coche y me abre el capó para que lo vea (qué manía más tonta tienen algunos en hacer eso) lo único que hago es tratar de ver el suelo entre las piezas del motor y apretar las manos en señal de victoria cuando descubro la varilla del aceite. Otra es cuando llevas el coche al taller y te dejan una bolsa con las piezas que han cambiado, ¡por lo que me ha cobrado me podía dejar una caña de lomo y tirar ellos las piezas a la basura!

La profesión de mecánico es mucho más social que la mía, por ejemplo, si vas por la carretera y ves un coche averiado te puedes parar y echarle una mano, o arreglarle el coche a tu suegro y ganártelo. Si estás en un restaurante, nunca escucharás la pregunta de ¿hay algún contable en la sala que no sabemos si el IVA a aplicar es del 7% o del 16%? No es lo mismo.

Para mí ya es tarde, pero me gustaría que mis hijos fuesen unos buenos profesionales de la mecánica, la fontanería y la electricidad porque seguro que me retiran y además tendré mano de obra gratis, porque por un padre lo que sea…

jueves, 21 de agosto de 2008

El amor verdadero


Al principio de una relación todo es perfecto, por ejemplo, vais a elegir un restaurante para cenar y aunque te mueras de ganas por ir al Burguer King porque por un euro más te dan una taza de Spiderman, dices:

- ¿Dónde te apetece cenar que a mí me da igual?

Y te lleva a un vegetariano y piensas que eres la persona más afortunada del mundo, eso sí, hay que guardar el secreto porque como se entere tu madre ya las ha liado, después del pitostio que montas cada vez que pone espinacas.

Cuando empiezas todo son atenciones, sales de casa duchado, afeitado, te pasas esa bola por el sobaco (desodorante) e intentas que la rompa esté en conjuntada. A ella le pasa lo mismo, llega impecable, maquillada y oliendo bien, aunque lo de oler bien depende de los gustos, porque hay más de un perfume que ha inspirado su fragancia en el cucal aerosol.

Es curioso como en las primeras citas actuamos como si fuésemos clics de playmobil, ni siquiera se nos ocurre entrar a un servicio a orinar, o sonarnos los mocos y poco a poco vamos dando ejemplos de índole escatológico pero siempre refiriéndonos a un amigo: “no veas cómo se va por la patilla mi amigo Pedro, parece un pava de Bolivia”.

La cosa cambia cuando ya te vas a vivir con la otra persona y ya no estás todo el tiempo arreglado y afeitado. Al levantarte por la mañana no sólo tu aliento es capaz de matar al doberman del vecino, sino que cuando te miras al espejo deduces que el hombre no viene del mono, sino que va hacia él.

Sinceramente esta es la parte de la relación que más me gusta, porque es cuando puedes ser tu mismo, al igual que la otra persona. Es cuando más valoras al contrario, porque ya la has conocido como un maniquí del Corte Inglés y ahora ha bajado del pedestal y es una persona normal y corriente.

Pero cuando realmente conoces a la otra persona y verdaderamente sientes que tu casa es un hogar es después del primer cuesco. Una vez que alguien de los dos rompe el hielo y el otro lo sigue quebrando, podemos decir que la relación ha alcanzado su punto de madurez exacto.

Mi teoría es que no puedes confiar en una persona con la que llevas varios años si nunca la has escuchado peer, porque es que no es humana, mismo es un robot que ha venido a absorber tu inteligencia, meterla en un bote y llevarla a un centro de investigación de la NASA. También puede tener problemas de gases, pero ya no es tan chulo como lo anterior.

Otra cosa que también marca mucho la confianza en la relación es cuando puedes decir libremente que te ha dado un apretón y tienes la libertad de ir corriendo al baño mientras aprietas el culo. Si para estos menesteres tienes que inventar una excusa del tipo “voy a ver si la luz de la habitación funciona y creo que tardaré un rato”, mejor que lo dejes todo y te vayas a vivir solo.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Miedo


El miedo es un sentimiento incontrolable, una manta que nos envuelve y nos paraliza como una cárcel de dos metros por dos. Nos obliga a tomar decisiones que no queremos o a no tomarlas y seguir con la misma situación.

El miedo a lo que vendrá nos hace quedarnos tal y como estamos a pesar de que sepamos que la situación es difícil y que el final no será feliz. Cuántas parejas siguen juntos por el miedo a separarse y a lo que vendrá después en la soledad y mientras viven en un verdadero infierno creado en el hogar.

La definición de miedo es muy variada, dependiendo de cada persona, yo lo veo como un intangible que nos eclipsa y separa de la felicidad. Por temor al cambio seguimos con la misma rutina, en el mismo trabajo, con la misma persona, con los mismos amigos, con todo aquello que tiempos atrás nos llenaba y nos hacía feliz pero, que ahora tan solo son barrotes que nos impiden la huída. Esta reja es invisible y no hay una lima que los pueda quebrar.

Por miedo no dejamos nuestra vida atrás en busca de otra nueva que nos colme, por miedo aguantamos en nuestros trabajos sin querer cambiar, por miedo criticamos a otras personas porque han hecho lo que han querido y nosotros pensamos que es una locura.

Sin embargo, cuando alguna vez hemos actuado como valientes, nos refuerza para volver a hacerlo. Una de las mayores decisiones que tomé en mi vida fue cambiar de carrera cuando llevaba cuatro años en la anterior. La nueva que no tenía nada que ver con la otra y no sabía cómo me iba a ir, lo único que tenía claro es que no podía perder un solo día más. Acerté con el cambio y eso muchas veces me anima a dar ese paso adelante porque sé que hay otra vida y otras opciones más allá de la que llevo, pero en absoluto es fácil.

Cuántas veces habremos dicho o escuchado eso de “no sigas con esa persona que no quieres porque te harás daño y se lo harás al contrario”, frase que decimos con mucha soltura pero que, a la hora de la verdad, no cumplimos. Lo único que se cumple es el daño que se hace o que se recibe. Una de las canciones de Revolver dice: “… y correr dicen que es cosa de cobardes, pero todos somos carne de cañón, yo lo soy y no me importa confesar que más que nadie, pero aquí quién no es cobarde por amor…”.

Me gustaría acabar pidiendo que todo el mundo sea valiente, que demos el paso que nos separa de lo que realmente queremos, que no nos atasquemos a la mínima por temor al futuro, pero sé que serían palabras que caerían en un pozo, porque hablar y escribir es muy fácil, lo complicado es la acción. Y, para colmo, tenemos el refranero español diciéndonos que: “Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”.

sábado, 16 de agosto de 2008

Wif.... qué?


Tenemos en casa a nuestros compadres de Huelva que han venido a pasar la semana con nosotros. Lo de llamarnos compadres es por tontear, porque no somos padrinos de sus hijos ni ellos de los nuestros y tampoco tenemos hijos.

Los estamos llevando de turismo para que conozcan la zona, que no habían estado nunca, y parece que le está gustando mucho. Nosotros también lo estamos pasando muy bien con ellos, pero yo lo que quería era contar las perlas que dice de vez en cuando mi comadre y con las que yo me harto de reír.

Supongo que de casta le viene al galgo y ha heredado esa habilidad de la madre, la siguiente conversación la mantuvieron durante un viaje que hizo su madre y que ella llamó para ver cómo estaba:

- Hola mamá, ¿cómo estás?
- Muy bien, estoy en el Vía Crucis.
- ¡En el Vía Crucis! – preguntó mi comadre extrañada - ¿y qué pintas tú en un Vía Crucis?
- Sí hija, en el Vía Crucis bañándome.
- Mamá, será ¡en un jacuzzi!
- Eso, en el Vía Crucis…

Ella no se queda muy atrás, hace dos días fuimos a comer al McDonalds y me dice:

- ¡Mira, regalan wifi!- como ella es de Isla Cristina dijo güiífi.
- Sí, pero nos tenemos que traer el ordenador aquí – le contesté yo sin saber qué me quería decir.
- Si lo tenemos. – me dijo ella como si yo no me hubiese percatado de ese detalle.
- Lo tenemos pero en casa.
- Bueno, pues llevamos el wifi a casa – contestó ella muy convencida.
- ¿Cómo nos vamos a llevar el wifi a casa comadre?- mi cara era un poema.
- Pues si nos lo regalan nos los llevamos. – dijo con una voz que dejaba ver que ella de allí no salía sin su wifi.
- ¿Sabes lo que es el wifi?
- No….

viernes, 15 de agosto de 2008

La educación de los hijos



No es algo que vaya a suceder inmediatamente, pero algún día tendré un hijo o hija y es algo a lo que le doy muchas vueltas. El bebé nacerá con unas características propias que heredará de sus padres, abuelos y otros familiares (ya se encargarán las abuelas de decir que la nariz es del bisabuelo, la boca de la madre y las orejas del chimpancé) pero una gran parte de su personalidad dependerá de la educación que reciba. Aunque somos muy parecidos, mi mujer y yo también tenemos nuestras diferencias y a la hora de educar a un niño no sabemos cuál de las dos es mejor.

Una de las grandes cuestiones que he discutido varias veces con mi mujer es cómo va a hablar nuestro retoño, porque yo soy andaluz y quiero que hable como yo y mi mujer es de Madrid y quiere que hable fino. Yo la verdad es que no me imagino un hijo mío pronunciando todas las eses y hablando de forma distinta a la que estoy acostumbrado. Por ejemplo, no sería lo mismo que me dijese:

° Quillo, chale un ojo a la hija puta esa que otra vé me la está queriendo meté doblá y está picando colifló en er biberón.

A que me dijese:

° Jo papi, otra vez está coliflor en el bibe y no me mola nada.

No es que una sea mejor que la otra, pero estoy más acostumbrado a la primera y me sonaría raro que un hijo mío, sangre de mi sangre, me hablase así.

Otra cuestión bastante importante es a la hora de reñirle por las cosas que haga mal. Yo he sido bastante travieso de niño y aun tengo coletazos, entonces, con ¿qué cara le digo yo a mi niño/a que no haga ciertas cosas? Hace tres días enchufé la batidora y la estaba aguantando mientras que vi una lechuga a mi lado, encima de la encimera de la cocina estaba muy verde, enrollada sobre sí misma y con aspecto suave. No fui capaz de aguantarme y le enchufé la batidora, salieron trozos de lechuga volando por toda la encimera y, para colmo, mi mujer con cara de estar oliendo mierda en un palo me dijo: muy divertido, ¿no?

Si yo de pequeño penaba por encontrar una mierda de perro fresca para meterle un petardo, si jugaba al fútbol sin balón dando patadas a las espinillas de mis amigos, si estando ya en la Universidad me tiré con un amigo por una cuesta abajo metidos en un contenedor (y no había bebido). Si yo hacía todas esas cosas y más, no puedo decirle a mi hijo que se porte bien y esté sentado delante del televisor.

Mi única experiencia educando niños fue cuando vivía en Huelva que tenía un vecino que siempre estaba en casa y le enseñaba cosas de la vida con mucha paciencia. Un día, me pasé una tarde entera enseñándole a hacer cortes de mangas a una vecina mientras decía: “Manuela, toma!!!”, como apenas hablaba y la movilidad no la tenía aun muy desarrollada, los cortes de manga eran más bien cortes de hombros y sólo era capaz de decir “Ela, oma!!!”. Lo importante es participar.

No sólo le enseñaba maldades, un día quedé orgulloso de mis enseñanzas cuando estaban todas las vecinas preguntándoles tonterías del tipo: ¿de qué color es la rana?, ¿quién es más guapo tu padre o tu madre? Y yo todo orgulloso le pregunté cuál es el logaritmo neperiano de “e” elevado a siete. Me contestó con la cabeza muy alta y gritando: ¡¡¡¡Siete!!!! Todo el mundo quedó con la boca abierta.

Nos gustaría ser estrictos en la educación de los niños, no queremos que nos salga un cafre, ni que sea un gamberro y que sea una persona educada y de provecho (ojalá sea fontanero, que son los que más dinero ganan). Pero no sé de donde sacaré las fuerzas para que cuando haga algo mal poder decírselo y no reírme por la gracia que ha hecho.

miércoles, 13 de agosto de 2008

El amor en el IKEA


IKEA une mucho o bien te separa, porque las discusiones que pueden surgir de ahí son menudas, ahora, también puede unir y mucho. Yo creo que hay un antes y un después del montaje dentro de cada una de las relaciones sentimentales que han intentado adornar su nido de amor con el mobiliario de bajo coste del susodicho hipermercado de la decoración.

En un principio todo es maravilloso, llegan agarrados de la mano y con una sonrisa expectante en los labios, inquietos por conocer cuál será la decoración de su nuevo y conjunto hogar, donde han de vivir los momentos más felices de sus vidas. Caminan por los pasillos con los ojos bien abiertos y mientras que ella se para a ver las menudeces de la decoración, el tira de su brazo impaciente por elegir un sofá en el que ver la televisión.

Ella elige un armario de tres puertas con paneles de vidrio y forrado de madera, a juego con el vestidor cargado de baldas y cajones que irá frente a la cama que viste con un edredón de fantasía. Él no está muy convencido, pero al ver la carita inocente de su amor cede ante el capricho de ella pensando que los muebles del salón serán a su gusto. El amor nos conduce por caminos revueltos que nunca llegan a destino útil, incluso nos hace creer caballeros del temple cuando ni tan siquiera somos capaces de blandir una espada de papel, cuanto más anotar la referencia que queremos en la libreta del IKEA.

La primera discusión aparece al desenvolver los paquetes que envuelven el precioso vestidor de madera cargado de baldas y cajones y que hizo las delicias de ella en la tienda, pero a la parte masculina de la antes citada pareja, le parece que faltan piezas, no es capaz de creerse que aquella magnífica construcción de la exposición se componga de tan pocas tablas, dos tableros de chapa aglomerada y una enorme bolsa de tornillos. Entonces le increpa a ella que por qué no estuvo atenta cuando compraron los paquetes, que eran varios módulos y no los tienen todos. Ella, muy pacientemente, toma la hoja de papel con el croquis del montaje y cuenta cada una de las piezas que están repartidas por el suelo, mientras, él, anda en círculos por la futura habitación marital profiriendo palabras malsonantes.

Después de disimular la cara de estúpido que se le quedó cuando su prometida le demostró que estaban todas las piezas, enseguida empieza a montarlas sin tan siquiera mirar el manual de instrucciones y, mientras intenta encajar piezas con tornillos, que nunca lo harán, va dando patadas a la caja de cartón que envolvía las piezas, hasta que se le agota la paciencia y profiere un grito a su pareja increpándole que saque la caja del dormitorio ya que él está muy ocupado montando el vestidor que ella quería mientras que la única labor de la futura madre de sus hijos es estar apoyada en la pared y con los brazos cruzados, seguramente esperando a que él se dé por vencido y acceda a leer las instrucciones de montaje.

Esta historia está incompleta porque la he sacado de un mail que escribí mientras trabajaba y no pude acabar.

domingo, 10 de agosto de 2008

El por qué del título del blog



El 13 de noviembre de 2005 llegué en un tren a Madrid, venía de Huelva cargado con dos maletas y mucha ilusión. En tres días empezaba en un nuevo trabajo dejando atrás mi ciudad, familia y amigos para comenzar una nueva vida en la capital.

En la estación de Atocha me esperaban unos primos para llevarme a casa de otro que me acogería unos días hasta que encontrase un piso donde vivir. Recuerdo que cuando llegué llovía a mares y era de noche y, a pesar de que el invierno estaba cerca, yo tenía mucho calor y sudaba, supongo que sería de los nervios.

Estuve casi un mes en casa de mi primo y su mujer (ya contaré esta experiencia más adelante porque merece un post aparte) y luego me fui a vivir a un piso compartido a Lavapiés, que seis meses más tarde dejé para irme solo a una buhardilla cerca del barrio de la Latina, en la frontera entre Lavapiés y la Latina.

En el primer año que pasé en Madrid me pasaron cosas muy buenas, mi vida cambió totalmente y, aunque también pasé un momento muy malo, Madrid me ayudó a superarlo. Entonces decidí que, cada 13 de noviembre, celebraría mi llegada a Madrid como si fuese mi cumpleaños.

El año pasado, por mi segundo aniversario en Madrid, mi mujer me regaló el libro “Invierno en Madrid” que trata de un espía inglés que llega a Madrid en la época de la postguerra y que, casualmente, alquila un piso muy cerca (si no en el mismo edificio) donde vivía yo cuando estaba en mi buhardilla. El protagonista vive experiencias parecidas a las mías en su adaptación a la ciudad y tiene “algo” que hacía que me sintiese identificado con él.

Sin saber de qué trataba el libro, tan sólo por su título, el acierto del regalo fue tal que incluso antes de saber qué escribiría en mi primer post ya aseguraba que mi blog se titularía “Invierno en Madrid”, como homenaje a mi mujer y mi vida en la ciudad.

Menudo viaje...


Hace tres horas llegamos al pueblo donde vamos a pasar nuestras vacaciones, aunque más que un viaje ha sido una mudanza en toda regla. En el coche no entraba nada más, el maletero estaba a rebosar y el asiento de atrás también, además de bolsas en el suelo y en la bandeja. Por poco tengo que colgar la caña de lomo del espejo retrovisor.

Menos mal que no tengo un hijo porque lo hubiese tenido que mandar en autobús con un cartel colgando del cuello que dijese: “POR FAVOR, DARME EL BIBERÓN CADA TRES HORAS”.

El coche tenía un ángulo tres puntos por encima de preocupante y uno por debajo de peligroso. Miraba continuamente al cielo pidiendo a los dioses del motor que cuando se reencarnase lo hiciese en un deportivo biplaza y sin maletero.

Cuando llevábamos unos 150 kilómetros recorridos vimos un coche en el arcén que echaba mucho humo, así que paramos para ver si podíamos ayudar. Había un solo hombre de unos veinticinco años de raza árabe y que solo hablaba francés.

Además de “güí” no sé decir nada más en ese idioma, aunque tampoco hizo falta mucha comunicación para darme cuenta de que el tío no lo estaba tomando demasiado mal. Abrió los brazos y me señaló el coche como diciéndome: “Fíjate qué tontería, de pronto ha empezado a echar humo y aquí estoy”.

Acto seguido paró otro coche, se bajó un hombre mayor y me preguntó si tenía un extintor para apagar el fuego. Pensé que si hubiese pasado antes de que hubiese parado para ir al baño me podría haber meado en el motor para sofocar el incendio pero ahora, como no lo apagase a escupitajos… Simplemente le dije que no y él sacó uno y apagó el fuego inmediatamente (creo que me preguntó para no gastar el suyo).

Mientras llamé al 112 para dar el aviso y me atendieron muy rápido y con mucha amabilidad. Me informaron de que habían avisado a la “autoridad pertinente” y que pronto llegarían. Lo de la “autoridad pertinente” no sé si se refería a la Guardia Civil o a los poderes fácticos del pueblo más cercano (el alcalde, el médico, el terrateniente y el cura con su sobrina).

Le dije al dueño del “coloso en llamas” que ya había llamado, pero no se enteraba, así que le pregunté si hablaba inglés y me dijo que “yes”, pero cuando le empecé a hablar con mi acento de Huelva, me puso cara rara y asintió con la cabeza a cada palabra que pronuncié.

Lo único que entendió fue el grito de “quillo!!!, qué haces cojones?” cuando vi que se iba a encender un cigarro al lado de un líquido que estaba perdiendo el coche y que no tenía pinta de ser el líquido limpiacristales.

sábado, 9 de agosto de 2008

Despedida a la "francesa"


¡Ya estoy de vacaciones! Se acabó el tener que levantarme y ponerme la corbata para ir a trabajar. Durante tres semanas no tendré que aguantar a mi jefa, que se va a Costa Rica de viaje y coincide con la época de huracanes. Pobres aquellos que se encuentren a sotavento de ella, porque el olor que tendrán que aguantar será insoportable.

No recuerdo si he mencionado alguna vez que mi jefa, además de ser una hija de su gran p…a madre, huele muy mal y su aspecto no es un ejemplo de higiene a seguir. A muchos restaurantes de McDonald’s les encantaría tener en su cocina la mitad de grasa que tiene ella en su pelo. Para sacar esa cabellera “a la luz”, necesita una mezcla de Fairy con KH7.

Como es lógico, el pelo, además de desagradable a la vista, huele bastante mal, pero no es sólo eso, la ropa también huele mal. Es un olor a rancio, parecido al de los perros cuando se mojan pero más intenso.

No soy yo el único que dice que huele mal, es un secreto a voces en la oficina, incluso para los que no trabajan con ella, cuando va por el pasillo deja un rastro de perfume “O de Sobac” que hace las delicias de todos los trabajadores.

Lo único que quería hacer yo era decir que estaba de vacaciones y no pretendía hablar de ella, pero me han salido las palabras solas, y no lo borro porque creo que tal envoltorio merece una descripción.

Con ánimos de no entrar en detalles más escabrosos, he preferido no hablar de su boca y que el olor se sitúa quince puntos por encima de desagradable y uno por debajo de insoportable cuando lleva falda (debe quitarse las bragas como si fuesen el papel de las magdalenas).

martes, 5 de agosto de 2008

La buenaventura


Esta mañana, en mitad de mi clase de inglés en el bar de enfrente, entró una gitana queriendo vender décimos de lotería. Como le hemos dicho que no, me miró y me dijo que le diese la mano derecha que me veía algo en especial en la cara (cara de gilipollas) y que me tenía que leer la mano. Después de mucho toma y daca se la di y me dijo la buenaventura:

º Que hace dos años lo pasé muy mal pero que ahora todo ha pasado. Acertó, pero todo el mundo ha tenido épocas malas.

º Que la persona con la que estoy me quiere mucho y me respeta, que nunca me engaña ni me engañará. No hacía falta que viniese ella a decírmelo, ya lo sé.

º Voy a tener una vida muy larga, moriré muy viejo. Mi compañero saltó diciendo que con lo que fumo ni de coña. Me he enfadado, porque eso quiere decir que voy a acabar de pagar la hipoteca, con la ilusión que me hacía a mí darle un corte de manga al banco desde el tanatorio…

º Que tengo un compañero de trabajo cinco años más pequeño que yo que habla mal de mí y me tiene mucha envidia. No tengo ningún compañero cinco años menor que yo.

º Pronto tendré un hijo y me hará muy feliz. Con que no me de malas noches ya me conformo.

º Voy a tener mucha suerte con unos papeles que tengo que tramitar o que estoy tramitando, que todo va a venir a mi favor. ¿Será este el momento de sacarme la tarjeta sanitaria de la Comunidad de Madrid y tirar la de la Junta de Andalucía?

º El quince o veinte de este mes me iré de viaje (estamos en Agosto cojones y todo el mundo se va) y que cuando vuelva me van a invitar a una boda y que me pasará algo que me vendrá muy bien. Después de las vacaciones voy a una boda en Consuegra (Toledo), lo único que me vendrá como dedo al culo es que no haga calor.

Después de todo esto me pidió 10 €, pero que se los diera riéndome, no llorando. Qué chistosa! Soltar diez euros sin una solo lágrima. Le di tres y se fue con mi dinero y yo me quedé con “eso” en la cara, la cara de gilipollas aun más acentuada.

viernes, 1 de agosto de 2008

Ahorrar en tiempo de crisis (II)


Ayer le pedí a Fran que escribiese un post explicando cómo fastidió a un jefe (no demasiado bien nacido) que tenía. Pues lo hizo y me ha encantado.

En los comentarios le prometí que le iba a contar lo ratas que son en mi empresa y a ello voy:

Estamos en un despacho todos los integrantes de mi departamento, salvo dos jefes, la directora y el director ejecutivo, que tienen despacho propio. Tabajamos cuatro personas, en un despacho con un gran ventanal por el que entra un sol que derrite las piedras y sube la temperatura hasta crear una atmósfera insufrible, sobre todo teniendo en cuenta que trabajamos con camisa y corbata.

En junio pedimos por favor que viniesen a arreglar el aire acondicionado porque no enfriaba y no podíamos trabajar en esas condiciones. El técnico, cuando vio la antigualla que tenemos nos dijo que no había arreglo, que había que instalar uno nuevo.

La respuesta del presidente de la empresa fue: “a lo mejor el año que viene cambiamos de oficina y como ya queda poco para que acabe el verano no merece la pena comprar un aparato nuevo”.

Repito que esto pasó a principios de junio, que tenemos jornada continua hasta las tres de la tarde y nos quedamos trabajando todas las tardes gratis a 33 y 34º Centígrados y que, para colmo, los proyectos que hacemos en nuestro departamento se cobran entre 1.000 y 1.500 Euros por persona y día.
¿De quién es la culpa? Pues nuestra porque nos quedamos aguantando el calor y trabajando gratis, el problema es que no nos unimos todos y protestamos con una sola voz, yo sí lo he hecho y un día le dije a mi jefe superior que me iba porque "para lo que quedaba de verano" que acabase el trabajo otro, pero los demás no lo hacen.

Gran invento


Científicos de Estados Unidos han creado unas pastillas que simulan el ejercicio físico, cuando las tomas no solamente adelgazas, sino que también te pones en forma. Ya las han probado con mucho éxito en los ratones, uno de ellos ha ganado tanta musculatura que se presentará a Gobernador de California en las próximas elecciones y otro hará de Terminator (o mismo es al revés).

Lo he estado pensando y es una gran noticia, ya se acabó el ir al gimnasio, controlar la comida, dejar de fumar, etcétera. Con tomarte una pastilla cada ocho horas tendremos un cuerpo estupendo y una salud excelente.

Será un mundo de ensueño, las estaciones de metro parecerán las playas de las películas de California, no sólo gobernadas por un ratón, sino todo lleno de cuerpos esculturales entrando y saliendo de los vagones con una agilidad tremenda. Yo me he prometido a mi mismo que saldré del vagón dando un triple salto mortal.

Por supuesto todo tiene su parte mala, los gimnasios cerrarán, ya nadie comerá verduras (¿quién va querer comer brócoli?) y las lombardas y coliflores sólo se usarán para adornar el árbol de navidad. Por contra, las fábricas de dulces triplicarán sus ventas, comeremos helados a todas horas, nos lavaremos los dientes con chupa chups, plantaremos invernaderos de chucherías, merendaremos solomillo al whisky y desayunaremos chuletas de cordero a la parrilla. Total, luego una pastilla y a disfrutar de cuerpo Danone (Danone de fresa con trozos de fruta y dos cucharadas de azúcar para darle sabor).

Desde mi humilde posición y aprovechando que han conseguido unas pastillas de este tipo, que las próximas sean de cebolla picada, que estoy harto de llorar como una magdalena cada vez que la pico.